Tras el abandono del silencio en la infancia
Date
2014-11-17Publisher
I Bienal Latinoamericana de Infancias y Juventudes, Democrácias Derechos Humanos y Ciudadanía
Author
Nella, Jorge
Gordón, Santiago
Metadata
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Abstract
Las Políticas Públicas de la Infancia ponen de manifiesto en cada programa, cual es su postura frente a los derechos y libertades, cual es su visión del mundo y del porvenir. Los programas destinados a niños y niñas, pueden convertirnos en protectores de derechos que olvidan la libertad de crecer, cuando no, en asistentes de necesidades en desmedro de toda autonomía. Por momentos los gobiernos pueden desconocer que una sociedad de ciudadanos, no aspiran sólo a un acceso pleno de derechos, sino que pide mucho más: una ética del ejercicio.
“Una Política Pública es un impulso colectivo y transformador con perspectiva estratégica, una energía regulada y sistematizada que hace frente a una necesidad, interpreta un imaginario social, construye sentido en la fragmentación, moviliza la acción en la abulia y teje su red infinita de futuro en el presente del territorio. Tiene algo de solemne cuando relaciona y re-liga un pulverizado sentido de conjunto, convirtiéndose en misteriosa construcción como “artefacto” de cambio” (González, 2005:188)
En el presente trabajo exploraremos los usos y alcances que tienen las representaciones sociales de la infancia en los procesos de democratización de los derechos en niños y niñas. Que si bien podemos reconocer por una parte, una ampliación de las oportunidades en el ámbito de derechos (a través de políticas sociales en los últimos años en Latinoamérica) que supone el acceso de nuevos grupos; cabe interrogarse sin embargo si esta ampliación de las oportunidades tiene realmente efectos democratizadores o se enmarca en un mero proceso “inflacionario”, dicho de otra manera, saber si este proceso se percibe en la cotidianidad de niños y niñas.
Pretendemos entonces, visualizar dichas representaciones con las que, como decimos, se habilita a los niños y niñas a hacer el ejercicio de sus derechos, y aproximarnos además a la complejidad del concepto de democratización de los derechos, en donde no siempre expandir supone democratizar, especialmente si por esto entendemos operar sobre las desigualdades sociales; en donde ser niño se diferencia de las niñas, los niños pobres, los niños con discapacidad, los niños indígenas y los que en general pertenecen a minorías, entre otros1. Representaciones que invisibiliza la participación de los niños y niñas en asuntos de lo público, del poder y de las formas de la política. Entendemos entonces, que, todo niño debe poder gozar de los derechos, independientemente del lugar en que viva o de cuál sea su origen cultural o la situación de sus padres.
Ser “niño” hace referencia a un sujeto subalterno, en donde se lo ubica en un estatus de infante, cuya característica principal es justamente la incapacidad de hablar, en el sentido que le da Spivak (2011) a hablar que si bien físicamente puede dialogar, no goza de una posibilidad de expresarse y ser escuchado. Como lo establece su etimología la palabra fant, no es que no pueda locucionar, pues desde el año los niños hablan y se comunican, sino que su subjetivación está asociada heterónomamente a la soberanía interpretativa, parlante, memoriosa y (por sobre todas las cosas) represiva del adulto.
Existiría por lo tanto, una incompatibilidad o inadecuación de los conceptos asociados a la política y las acciones llevadas a cabo por quienes integran esta franja de edad, ya que quedarían excluidos de dicho campo al no tener habla ante las acciones orientadas al “bien común”, entendiéndolo como ámbito de lo político.
De esta manera el silencio de algunos sujetos pareciera que abre un interrogante extraño para la política y, aun así, central dentro de la misma política: ¿Qué lugar se propone democráticamente para aquellos que aún no hablan? ¿Qué responsabilidad, qué palabras, qué experiencias deben comprometerse en una política de la escucha? ¿Qué lugar político se da para la heteronomía? ¿Qué significa ser fuerte y ser débil en política?
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