Los que van a morir te saludan
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Abstract
Hubo un instante en el que comprendimos que sería posible hacerlo de otra manera; hubo un momento en el que decidimos abrigar los indicios, las preguntas radicales, las inquietudes vitales en la terra ignota de la investigación. Los vestigios disponibles así lo exigían; las palabras que nos interpelaban así lo reclamaban.
Al adentrarnos en el Juvenicidio, esa dolorosa expresión que anunciaba un horror inexplorado, sentimos la necesidad de imaginar y evocar prácticas investigativas que pudieran huir de los dispositivos instituidos; prácticas investigativas en las que fuera posible develar la condición juvenil expuesta a la experiencia límite de la violencia sistemática, al espectáculo de la crueldad que como rutina, como hábito, como norma, va dejando cuerpos yaciendo en el asfalto, despojos de humanidad sometida a la explotación, al saqueo existencial, a la penuria del significado.
Cuando estas palabras escaparon al cerco del silencio y se hicieron públicas, una multitud de rostros sintieron que se trataba de una exhortación, de una invitación a recorrer un territorio innombrable, una geografía desolada donde el Ser se expresa en el tremor esencial de la angustia de quien se pregunta por qué los mataron, dónde están los restos, si alguien los ha visto, para qué contar...
El Juvenicidio se nos convirtió en algo más que un programa de investigación y desbordó la intención pedagógica que arrastraba tras de sí, sobrepasó la fuerza enunciativa de un horizonte del saber y se transformó en una huella existencial, en un indicio del lugar natal, en un pre-texto para narrar la experiencia de sí, para develar la carga histórica de una vida, de un rastro en el camino, de una ausencia en medio de la guerra.
La primera entrega de esta herida es una ofrenda para Asterión, esa metáfora que le permitió a Andrea encontrar una manera de habitar su propio laberinto y enfrentar su miedo entre galerías que van llevando al lector por los testimonios de los que, en su natal Cúcuta, van a morir y te saludan.
Jaime Pineda Muñoz